En el diario quehacer en la era de la información y las telecomunicaciones, de las comunicaciones masivas, hablar es la acción primaria, la que evidencia una posición activa en un individuo. Un número importante de los líderes cree que lo que les da tal condición es la proporción del tiempo usada para hablar por ellos. Pero la actitud pasiva, el escuchar, representa un arma mucho más poderosa. Mientras hablar te permite enviar un mensaje a la audiencia, es el escuchar lo que te permite conocer si el mensaje realmente llegó como fue diseñado; mientras hablar permite la influencia y el cambio del mundo, es el escuchar el que te va a permitir ver las verdaderas oportunidades de mejora y crecimiento efectivo y eficiente al influenciar y cambiar el mundo alrededor.
El poder del escuchar está a nuestro alcance sin necesitar herramienta física alguna; todo lo que se necesita para hacerlo es parte de nosotros, aunque la adquisición de tal destreza requiera sin lugar a dudas de mucha disciplina y práctica. Las competencias principales del escuchar, hacer silencio e indagar, si son simples en su concepto no lo son en llevarlas a la práctica naturalmente, al menos no para mí. En el mundo actual, el bombardeo constante de información proveniente de tantas distintas fuentes, hacer silencio es verdaderamente dificil, especialmente cuando el estrés diario nos apresura y tenemos constantemente nuestra mente atendiendo múltiples cosas a la vez. Indagar requiere que recordemos la vital importancia de entender lo que nuestro interlocutor quiere decir, antes de creer que ya lo entendimos todo o que lo importante es que él o ella nos entienda a nosotros.
Creo que el crecimiento personal tras el desarrollo de estas competencias es verdaderamente importante, porque el logro genuino y natural de ellas sólo puede ponernos en contacto con ese lado humano que en ocasiones olvidamos. El crecimiento profesional que se puede obtener del mencionado desarrollo de competencias no es sino un corolario del crecimiento personal: La humanización del profesional nos recordará que somos una comunidad de hombres con objetivos y metas comunes, no una máquina con engranajes y tuercas.
Las organizaciones, por su lado, también tienen sus distintas conversaciones a diario: Con sus clientes, competidores y proveedores, con sus colaboradores y accionistas. Las competencias para escuchar de los miembros que conforman la organización permitirán que de manera emergente esta última demuestre la habilidad de escuchar, logrando un valiosísimo aprender del mercado, de las necesidades y las oportunidades, del como crecer y qué cambiar.
En mi humilde opinión es el escuchar, con verdadera atención y genuina intención de entender a los interlocutores, lo que permite la obtención del elemento más importante de la era en la que estamos viviendo: el conocimiento.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario